Vamos con algunos datos y proyecciones:
Si tomamos en cuenta los créditos otorgados por Infonavit, peso pesado de la vivienda en México, el 60 por ciento de ellos son asignados a personas con ingresos inferiores a los 4 salarios mínimos mensuales (7,272 pesos, o si se quiere, alrededor de 560 dólares al mes). Una casa típica dirigida a este segmento cuesta alrededor de 250 mil pesos (poco menos de 20 mil dólares), tiene una superficie que en promedio alcanza los 39 metros cuadrados (hay grandes variaciones entre los distintos estados), y se implanta en un lote que en la mayor parte del país anda por los 90 metros cuadrados (6 x 15 metros generalmente). Si analizamos el típico conjunto donde se ubican estas casas, probablemente presentará una densidad de unas 60 viviendas por hectárea. Siguiendo con los promedios, y de acuerdo a datos obtenidos a partir del Registro Único de Vivienda, del total de la superficie de este fraccionamiento típico, un 54 por ciento se destinará a lotes habitacionales, un 31 por ciento a vialidad, un 10 por ciento a áreas verdes (en gran parte de los casos esto de verde no es más que un decir), y un 5 por ciento a equipamiento (canchas deportivas, escuelas, sedes comunitarias, etc.). Suponiendo que en promedio son cuatro las personas que viven en una vivienda, entonces en una hectárea tipo vivirán 240 personas. Así, y teniendo en cuenta las cifras indicadas en un comienzo, se puede señalar que, en una hectárea típica, a cada habitante le corresponden:
- 9.75 metroscuadradosde vivienda
- 12.92 metros cuadradosde vialidad (incluye aceras)
- 4.17 metroscuadradosde áreas verdes (cuando son verdes)
- 2.08 metroscuadradosde equipamiento
No hay que sacar conclusiones muy apresuradas, que no tiene mayor sentido comparar la hipotética área que cada habitante recibe de cada cosa; después de todo, si se duplica la densidad de este conjunto promedio –cosa nada descabellada-, la superficie de vivienda por persona se mantendrá inalterada, pero las áreas per cápita de vialidad, áreas verdes y equipamiento caerán a la mitad. En este caso, podremos decir que la estructura vial será más eficiente, pero que habrá una notoria carencia de áreas verdes y equipamiento por cada habitante. Como siempre, todo depende del cristal con que el asunto se mire.
Sin embargo, y a pesar de lo anteriormente dicho, es posible mejorar las superficies per cápita de vivienda, áreas verdes y equipamiento, que finalmente son las que inciden directamente en la calidad de vida de las personas. Tal como se señaló en el anterior artículo de este blog, destinar un tercio de la superficie urbana a vialidad es a todas luces una exageración (por no decir despilfarro), sobre todo si sabemos que un 25 por ciento basta y sobra en un conjunto residencial de baja densidad. La adopción de mayores densidades, tipologías con algún grado de verticalidad, y una racionalización de la distribución de los espacios puede llevar a viviendas, áreas verdes y equipamientos de mayor superficie. No es casualidad que en México las viviendas económicas de tamaño más generoso se den precisamente en conjuntos de densidades medias (entre 80 y 120 viviendas por hectárea), donde los costos de terreno y urbanización pueden prorratearse en un mayor número de unidades habitacionales, con lo cual se dispone de más recursos que pueden ser orientados a la mejora de las viviendas, el equipamiento o el espacio público. Lo mismo sucede con la adopción de tipologías con algún grado de verticalidad, que permiten destinar más espacio a áreas verdes y equipamiento (Le Corbusier ya planteaba este simple raciocinio en 1926, aunque a una escala tan grande que deshumanizaba el espacio público y el de residencia).
A la hora de construir ciudad no hay fórmulas mágicas ni estándares de validez universal. En la ciudad contemporánea estamos condenados a que las superficies destinadas a vialidad sean mayores que las de las áreas verdes, pero que una persona tenga a su disposición tres veces más metros cuadrados de pavimento que de parques y plazas nunca sonará muy bien. Es posible cambiar la tendencia, o al menos moderarla. El tomar conciencia del suelo urbano como un bien en extremo escaso que debe ser utilizado de una manera más eficiente es el primer paso para producir este cambio.
Palabras al cierre
Un buen indicador de calidad urbana: metros cuadrados de pavimento por habitante. Mientras menor, mejor (siempre y cuando el porcentaje de calles no pavimentadas sea igual a cero)